jueves, julio 19, 2007
el primer disco de EDUARDO DARNAUCHANS
Voy a ser breve, porque deseo hoy solamente llamar la atención sobre la personalidad de Eduardo Darnauchans, un primer disco, un muchacho de diecinueve años, un excelente intérprete popular, un interesante creador de canciones.
El disco ("Canción de muchacho", Sondor, monofónico, 33.141) es el primero, y acaba de ser puesto en venta, pero hace tiempo que Darnauchans hace canciones y canta. Y hace tiempo que lo hace muy bien. Claro que en Montevideo aún se le conoce poco, pero eso es lógico, porque Darnauchans es de Tacuarembó y nosotros seguimos jugando a la capital (ahora ya no de espaldas pero sí de perfil). Formado bajo la excepcionalmente fecunda influencia de Wáshington Benavides, como Numa Moraes, ha sido también alentado y apoyado por ese poeta que logra la maravilla de ser maestro, en su comunicación cotidiana con la generación más joven.
Lo sorprendente de este disco es el alto nivel de calidad al que ya se ha llegado en la largada. Hay pequeñas desprolijidades aquí y allá, es cierto, pero son plenamente desestimables por cuanto se circunscriben al dominio insuficiente de los mecanismos de toma de sonido en el estudio de grabación. Darnauchans canta muy bien, con gran frescura y naturalidad, con ternura, con calidez, con refinamiento. Ha asimilado con astucia diversas influencias y las revierte en un estilo homogéneo, casi propio, quizás generacional. Como parece ser asimismo generacional la horizontalidad expresiva, un cierto rehuir el énfasis acentuado con la preferencia por el sonido de falsete, una parquedad de inflexiones, un aquí no pasa nada pero pasa, característica que a oídos desacostumbrados y envejecidos más allá de los treinta años puede sonar a monótono. Pero no, porque lo que pasa es fuerte, es rico, es diría contundente, aun para desatentos o distraídos.
El acompañamiento instrumental ha sido resuelto con sobriedad y buen gusto, si bien no es parejamente logrado. Carlos da Silveira, Santiago y Mario Poggi y Alberto Macadar, forman un lindo equipo de trabajo con Darnauchans.
La labor de compositor de Darnauchans tiene puntos de verdadero logro (como "Canción de muchacho", hermosa y pegadiza, o la delicada "Canción 2 de San Gregorio", ambas sobre textos de Benavides), aunque es irregular en esta etapa, sujeta todavía a diversas influencias, incluidas las del folclore estadounidense ("Milonga de Manuel Flores", sobre Borges, donde se produce un fenómeno similar al de "La senda está trazada" de Jorge Salerno). Es subrayable el buen criterio en la selección de textos (Benavides, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Líber Falco, su compañero Victor Cunha) y el nivel de los propios (dos en once).
"cuando me vean pasar / no me dejen ir: / pídanme que cante", dice en la canción suya que cierra el disco, muy emparentada -curiosamente- con la de la nueva canción cubana, la de Pablo Milanés, la de Silvio Rodriguez, la de Noel Nicola. "Pidanme que cante." De acuerdo.
Adelante, Eduardo.
Coriun Aharonian, agosto de 1973
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