martes, febrero 07, 2006

El consumismo como opio de la sociedad


En "La sociedad global", de Chomsky y Dietrich, éste último afirma que "el consumismo es el opio de la clase media, así como la TV es el opio de la clase baja" (medición según poder adquisitivo). En lo que respecta a la clase media estoy completamente de acuerdo, el vicio de las tarjetas de credito es buen reflejo de ello. No estoy completamente de acuerdo con lo de la clase baja, manteniendo la metáfora yo diría que la TV vendría a ser algo así como la pipa por la cual la clase baja fuma el opio del consumismo. Vivimos en una sociedad en la que el poder de consumo es visto como sinónimo de status, "quién más consume es porque es más exitoso", y como enfermedad social sus síntomas varían segun el sector afectado. En la clase media puede ser el "sueño del 0km, la casa propia etc." pero de la misma forma en las clases más bajas puede ser "los nike, el equipo de audio, la TV gigantezca etc.". Sea consumiendo en ferias, shoppings, o donde sea todos son víctimas del consumismo, inclusive los planchas que sí o sí tienen que tener sus buenas bases nike si quieren ser respetados por sus amigos. Los planchas también son víctimas, todos somos víctimas y victimarios a la vez al estar inmersos en ésta enferma sociedad.
Por eso queridos lectores les pido que recen éste padre nuestro:

“Dolar nuestro que estás en los cielos, santificada sea tu tenencia. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el shopping, también sobre la feria. Danos hoy nuestra compra para este día; y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en la tentación del ahorro, sino líbranos del reciclaje y el anticonsumismo.”

Caricias

"Lo acariciado no es tocado, hablando con propiedad. No es lo aterciopelado ni la tibieza de esa mano dada en el contacto lo que la caricia busca. Es esa búsqueda de la caricia lo que constituye su esencia, por el hecho de que la caricia no sabe lo que busca. Este "no saber", este desarreglo fundamental es lo esencial en ella. Es como un juego con algo que se sustrae, y un juego absolutamente sin proyecto ni plan, no con lo que puede llegar a ser nuestro y nosotros, sino con algo otro, siempre otro, siempre inaccesible, siempre por-venir. Y la caricia es la espera de ese porvenir puro sin contenido".

De "Le temps el láutre", Emmanuel Lévinas